Partiendo de los últimos avances científicos y especialmente de los resultados y publicaciones de estudios como por ejemplo, el ESTUDIO DIÓGENES o la reciente publicación de la actualización del PLATO PARA COMER SALUDABLE de Harvard Medical School, e incluso del LIBRO BLANCO DE LA NUTRICION EN ESPAÑA publicado por FEN (Fundación Española de la Nutrición) sabemos que:
Un estilo de vida con un modelo próximo a la dieta mediterránea no previene la obesidad, ni asegura la salud renal, si no se controla el tamaño de las raciones y en último término, la ingesta proteica total.
Las recomendaciones en la proporción de proteínas, hidratos de carbono y grasas se ha actualizado en los últimos años y esto implica una nueva mirada en la alimentación saludable diaria.
Tras demostrarse recientemente que las ingestas proteicas diarias recomendadas de 0,8g/kg/día estarían infravaloradas de emplearse la técnica de isótopos IAAO, los valores medios de requerimientos seguros se establecerían entre 0,93 y 1,2 g/kg/día y son, por lo tanto, entre un 40 y un 50%, respectivamente, superiores a las actuales RDI de proteínas de alta calidad en adultos. En niños el rango se establecería entre 1,3 y 1,55, respectivamente.
Por lo tanto, nuevos niveles seguros de referencia de proteína de alto valor biológico para los distintos grupos de población, estado fisiológico, patologías, así como para atletas de las distintas disciplinas, deberían ser reformulados.
Existen numerosas condiciones fisiológicas (crecimiento, adolescencia, embarazo, lactancia) y patológicas (estrés metabólico) que requieren incrementar el aporte de proteínas. Sumado a esto, los individuos que desarrollan ejercicio de forma regular requieren una mayor ingesta proteica que aquellos que son sedentarios.
El Colegio Americano de Medicina Deportiva estima como ingesta apropiada para los sujetos que:
Por lo que se refiere al origen y calidad de los alimentos, cada día somos más exigentes y más conscientes de que este aspecto tiene influencia directa en nuestra salud.
Debemos plantearnos nuestra alimentación, así como nuestro estilo de vida y nuestros hábitos, de modo saludable y especialmente que cubran nuestras necesidades vitales, en función de los requerimientos en cada caso, en cada edad.
Por ejemplo, recientemente se ha propuesto un nuevo enfoque para la prevención de la masa muscular, o retrasar la pérdida muscular por el envejecimiento.
En lugar de recomendar un aumento global en la cantidad diaria recomendada de proteínas para todas las personas de edad avanzada, se sugiere cambiar hábitos para enfatizar la importancia de ingerir una cantidad suficiente de proteína en cada comida.
La proteína es el macronutriente más saciante, por lo que hay que evitar que los suplementos de proteínas pueden dar lugar a ingestas subóptimas de los alimentos ricos en almidón, los cuales son esenciales para el rendimiento y la salud a largo plazo.
Para garantizar que no hay detrimento de en el aporte de hidratos de carbono, nuestra dieta debe contener un aporte suficiente de alcalinos derivados de frutas y verduras, que neutralizarían el poder acidogénico de la proteína.
Que tu alimento sea tu medicina. Además de acompañarlo de actividad física regular y una correcta higiene del sueño, y otros hábitos saludables, nos ayudarán a vivir más y mejor. Plantear actuaciones y consolidar hábitos en función de necesidades y requerimientos según la edad, posibles carencias, según si se tiene alguna patología, según la intensidad de actividad física que realizas, etc…. No todos somos iguales.
Nuestra experiencia médica y los últimos estudios científicos demuestran que una nutrición anti-inflamatoria se caracteriza por: